Fascistas y demócratas


Sí, Estados Unidos eligió a Donald Trump como presidente, mediante un sistema democrático de colegio electoral, y según las reglas de la constitución de ese país. A muchos les gustó, a la mayoría del resto del mundo les molestó.

Qué le vamos a hacer, esa es la democracia. Sin embargo, lo que me parece curioso es la reacción desmedida y poco tolerante –en ciertos casos- de algunos simpatizantes de Hillary Clinton. Es verdad, el señor Trump no es lo que uno podría decir “un gentleman”; se le va la boca en insultos, en improperios indebidos, y en ciertas posturas discriminatorias no dignas de una persona que va a ocupar el cargo político más importante de Occidente.

Así no nos guste, el señor Trump ganó democráticamente en su país. El problema es que mucha gente –supuestamente liberal y progresista- no gusta de la democracia cuando los resultados electorales no salen como ellos quieren o desean.

Despotricar de la democracia está de moda, y siempre ha estado de moda. Defender la democracia es para ingenuos, para populistas, para demagogos, para incultos o para ignorantes –incluso-. En esta campaña han salido todos los demócratas o mejor dicho los fascistas con piel de demócratas a desvalorizar este sistema.

La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, según el decir de Lincoln, sin embargo, a muchos no les gusta eso de que sea el pueblo el que elija, preferirían que una dictadura, una élite o un grupo determinado lo hicieran. Son demócratas y liberales cuando les conviene.

Defender la democracia en ciertos círculos académicos, políticos y hasta religiosos es sinónimo de estupidez, lo inteligente es ser demócrata de fachada, pero en privado ser un fascista agresivo.

Ser ateo o agnóstico, materialista y fascista es lo políticamente correcto en determinadas esferas sociales. La democracia solo la defienden cuando conviene, esto es, para defender las libertades del sistema liberal –valga la redundancia- esto es, para propender por la defensa de la propiedad privada y del libre mercado, pero cuando se trata de acatar las decisiones democráticas puras ahí sí sale el “fascista interior”, no soportan que la gente o el pueblo tome las decisiones.

Ya va siendo hora de hablar sin tapujos: a muchos demócratas del mundo no les gusta la democracia, son demócratas disfrazados, son cripto-fascistas. Cuando se habla de proteger la propiedad privada y el sistema capitalista son liberales, pero cuando se trata de defender la democracia saltan como lobos contra la presa. Quisieran que alguien mantuviera la propiedad privada y el capitalismo a la fuerza, por las malas, tal como han hecho varios dictadorzuelos de antaño como Pinochet en Chile, o la Junta Militar de los 80 en Argentina. Eso es lo que les gusta.

Ahora que ganó Trump, esos cripto-fascistas salieron a despotricar del sistema democrático de Estados Unidos y de la gente que votó por Trump. Una analista en Colombia –por ejemplo-, de origen gringo, dijo esto sobre la elección de presidente de su país: “A Trump solo lo apoyan los hombres blancos de clase media-baja de poca educación, y que no se han podido insertar en el mercado laboral”; pues señora analista, tal vez Estados Unidos está compuesta en su gran mayoría por ese tipo de personas, porque Trump ganó. Una cripto-fascita la analista, es demócrata para defender la propiedad privada y el capitalismo pero no para defender las decisiones de la mayoría, que no creo que solo sean “hombres blancos de clase media-baja de poca educación”.

El problema es que la élite no está dominando las decisiones democráticas, tal como pasó en Reino Unido con el Brexit y ahora en los Estados Unidos con la elección de Donald Trump. Si quieren que la mayoría tome decisiones sensatas, inteligentes y serias, pues eduquen al pueblo. Formen políticamente al pueblo, pero no, la democracia “de papel” solo sirve para defender los privilegios de unos cuantos, para el resto del pueblo solo hay ignorancia, hambre, injusticia, corrupción.

Estados Unidos tomó una decisión soberana que debe ser respetada, el pueblo tomó una decisión y esa decisión debe acatarse. La democracia debe perfeccionarse no destruirse, ni desacreditarse, el problema es que a esos cripto-fascistas solo les sirve la democracia cuando se trata de defender privilegios de una minoría, de la que más dinero tiene; cuando las decisiones de la mayoría afectan a esa minoría adinerada entonces hablan de populismo, de demagogia.

El mundo necesita más democracia, para que se implante un sistema más justo y más equitativo que garantice el bienestar de la mayoría y no de unos cuantos. La democracia es el mejor sistema para garantizar eso, el problema es que muchos poderosos no son demócratas y son fascistas de corazón. Más democracia es lo que se necesita.   

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