Uno de los argumentos que dan los taurinos
para soportar la fiesta brava es el de que las corridas de toros son arte, por
lo tanto el gusto por estas cae en el terreno de lo estético, de los gustos, de
lo subjetivo, de lo personal, de lo íntimo, y por lo tanto, prohibirlas sería
como coartar la libertad de expresión, el libre desarrollo de la personalidad.
Falso. Las corridas de toros no son arte, en
lo absoluto. ¿Por qué motivo? Por uno muy sencillo, porque el arte es una
expresión del espíritu humano y este siempre es bueno por esencia. Por lo
tanto, no se puede clasificar como arte una actividad netamente inmoral donde
se le causa el mal a un ser, en este caso al toro.
El arte es “hacer”, o es “un hacer”, ya sea
pintar, declamar, escribir, fotografiar, esculpir, etc. La actividad taurina
también consiste en “un hacer”, pero con connotaciones de maldad, de causar
sufrimiento hacia otro ser, por lo que este “hacer” se diferencia mucho del
verdadero arte, porque este es bueno moralmente por esencia.
Una cosa es que a uno no le guste una
determinada obra y otra cosa muy distinta es que ambas obras tengan un trasfondo
moral basado en la bondad, en lo bueno, en lo benéfico. Cuando el “hacer” se
distrae hacia actividades nocivas hacia otro ser, ese “hacer” no puede ser
clasificado o tachado como arte. Sería tanto como decir que el “hacer” de los
nazis en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial fue arte.
Efectivamente, fue un “hacer” pero fue un “hacer” nocivo, inmoral, maléfico,
por lo que no puede ser clasificado como arte, como lo serían las corridas de
toros.
Es verdad, muchos artistas como Picasso, como
Fernando Botero han sido aficionados a la fiesta brava, sin embargo, esa
afición de unos “famosos” no le quita lo inmoral a la actividad taurina. Ellos
incluso han recreado en obras pictóricas –como Botero- las corridas de toros y
a los toreros. Esa obra no es mala porque no le está haciendo mal a nadie, independientemente
de si a uno le gusta o no la obra desde el punto de vista estético. Pero, la
fiesta brava en sí no puede ser definida, tachada o clasificada como arte.
Para algunos taurinos esta actividad sí es
artística y por eso el filósofo Fernando Savater afirmaba erróneamente que el
tema de las corridas de toros era un problema estético, de gustos. No es
cierto, no es un tema subjetivo, porque objetivamente se le está generando un
perjuicio a un ser vivo, como lo es el toro, por lo tanto, al perjudicar a este
ser vivo la actividad taurina cae en el terreno de la inmoralidad. Al ser
esencialmente inmoral esta actividad no se le puede determinar como arte,
porque el “hacer” artístico siempre es bueno, aunque a alguien no le guste, o
le guste estéticamente; ese es otro problema diferente.
Los aficionados a la fiesta brava establecen
o argumentan que esta actividad es una manifestación artística que debe ser
respetada por el Estado, y protegida por él, por eso mismo, por ser artística.
Ese argumento es equivocado, ya que las corridas de toros no son arte, no son
una expresión artística, por la definición misma del arte y su connotación
moral.
¿Cualquier “hacer” es arte? No
necesariamente, aunque ahí sí se cae en el terreno de lo subjetivo, sin
embargo, uno de los requisitos para que un “hacer” sea arte es su connotación
moral. Robar un banco no es un arte, violar a una mujer no es arte, matar no es
arte, secuestrar no es arte, torturar a un animal por diversión no es arte.
Todas estas actividades mencionadas no son arte porque le están generando un
mal a un tercero, a una persona, o a un ser, por lo tanto son inmorales. Si yo,
a contrario sensu, pongo dos ladrillos uno encima del otro sobre el suelo, y
digo que eso es arte, pues reuniría el primer requisito para que lo fuera y es:
no haberle generado un mal a otra persona, el cual lo cumple, otra cosa es que
para otros sea arte, o que para otros sea un “hacer” estéticamente bonito o
feo, pero con esto ya se entra en una órbita distinta del mundo artístico.
La actividad taurina no puede ser arte, ni puede
ser definido como arte, por lo que ya establecimos, por lo que proteger
legalmente esta actividad como “expresión artística” es equivocado.
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